Pafos, la ciudad de entrada a Chipre,
desconocida para nosotros hasta este viaje, ha sido Capital Cultural Europea en
2017. Después de nuestra estancia de tres días (que repartimos en dos a la ida
y dos más a la vuelta de Jordania), entendimos por qué. En su conjunto es
considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980.
Es
una ciudad extensísima y llena de sitios arqueológicos de primera magnitud, en
el sudoeste de la isla. Podemos decir que hay tres zonas interesantes
conectadas por autobuses urbanos o taxis:
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Pafos alta, o
Ktima, que es donde tuvimos los dos alojamientos en la ciudad.
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Kato Pafos, al
lado del puerto y la playa.
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Las Tumbas de los
Reyes, más alejadas, adonde tuvimos que llegar en taxi.
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Ayuntamiento |
La Ktima es la parte más urbana de Pafos: allí están el
Ayuntamiento (un grupo de edificios modernos pero al estilo clásico), el
Teatro, el Museo Arqueológico (cerrado durante nuestra estancia), algunas
casonas antiguas, anchas plazas,
avenidas y jardines (bien urbanizados, creemos por la capitalidad
europea), y muchos servicios públicos. Aunque es la parte menos interesante
desde el punto de vista arqueolígico, tiene algunos edificios dignos de
visitar: el Mercado cubierto (de comienzos del siglo XX, demasiado
turistificado), los baños turcos y la Mezquita de Kebir (un poco abandonados
los dos).
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Mezquita de Kebir |
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Baños turcos |
(Desgraciadamente, y a raiz de los
problemas de la división de la isla, esta va a ser la tónica predominante:
edificios turcos en mal estado de conservación en la parte greco-chipriota y
edificios cristianos cerrados o reconvertidos en la parte turco-chipriota; con
algunas pocas dignas excepciones).
En Kato Pafos, junto al mar, están el Parque Arqueológico
(cerrado, con entrada turística) y una serie de construcciones interesantes
esparcidas por una amplia extensión.
En el Parque Arqueológico lo más notable son la maravillosa colección de
mosaicos romanos de las casas, del siglo II al IV d.C.: la Casa de las Cuatro Estaciones, la Casa de Orfeo, la Casa de Teseo,
la Casa de Aion y la Casa de Dionisos, un poco más alejada, una impresionante
villa romana con una completa estructura de salas, pasillos y habitaciones,
protegida por techados. El lugar se completa con los restos del Odeón, el
Ágora, la Iglesia bizantina Panagia Limeniotissa y la fortaleza medieval de
Saranda Kolones.
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Casa de Teseo |
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Casa de Aion |
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Casa de Teseo |
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Casa de Dionisos |
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Fortaleza de Saranda |
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Odeon, Ágora y Faro moderno |
Ya fuera del parque, la zona que
preside la iglesia de Agia Kyriaki está rodeada por los
restos de una basílica bizantina y del palacio episcopal (tambien con algunos
mosaicos), y la columna donde, según la tradición, fue flagelado San Pedro.
Paseando hacia el norte, vamos
encontrando más restos y edificios interesantes: las ruinas de los baños otomanos, las catacumbas de Agia Salomini, las de Agios Lambrianos, la colina Fábrica (horadada como posible cantera, pero sin una
clara función conocida), las ruinas del teatro
helenístico y, en el extremo, la encantadora iglesia rupestre de Agios Agapitikos y Agios Misitikos.
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Baños otomanos |
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Catacumbas de Agia Salomini |
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Colina Fábrica |
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A. Agapitikos y A. Misitikos |
Por último, la extensa zona de las Tumbas de los Reyes, hacia el
nordeste de la ciudad, es un paisaje sobrecogedor y mágico, una visita
inolvidable con las vistas marinas y la brisa suave recorriendo los caminos que
enlazan las “tumbas” propiamente dichas. Es un complejo funerario de tumbas
excavadas en la roca caliza entre los siglos III a.C y III d.C. que son
llamadas de los Reyes pero que corresponden a funcionarios, aristócratas y
manos militares, y que sorprenden por su monumentalidad y delicadeza. Están
numeradas y las más destacadas son las número 3, 4 y 8. Verdaderamente, a pesar
del calor el día de nuestra visita, nunca olvidaremos la sensación de serenidad
que nos produjo el paseo entre rocas y arbustos de vegetación mediterránea
costera.
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Tumba número 4 |
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Tumba número 3 |
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Tumba número 8 |
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Tumba número 7 |
Los dos últimos días de estancia en
Pafos, ya de vuelta de Jordania, los
dedicamos a visitar alguna zona de la ciudad pero también los completamos con
dos excursiones en autobús público: la playa de Petra tou Romiou y Geroskipou.
Petra
tou Romiou es, según la tradición la playa donde
nació la diosa Afrodita. Fue, desde luego, una sorpresa muy agradable. A pesar
de lo que se podría esperar, es una playa “virgen” de cantos rodados y aguas
transparentes donde darse un chapuzón “divino” y relajante. No hay
construcciones turísticas a la vista, el chiringuito queda apartado junto a la
carretera y la parada de autobús. El toque kitch lo ponen los pañuelos anudados
a un arbusto mediterráneo del lugar (perpetúa la tradición de rogativas a la
divinidad), y los muchos turistas eslavos que frecuentan la playa. Anotamos
aquí que Pafos y toda su región abunda en el turismo ruso (eslavo en general),
por la proximidad y las afinidades religiosas: mucha rotulación, especialmente
de las agencias de viaje, está escrita en cilírico.
Geroskipou
es un pueblecito a las afueras de
Pafos con una coqueta iglesia bizantina del siglo IX con frescos del mismo
siglo y del XV-XVI. La construcción, bien conservada en una amplia plaza junto
a la carretera, es muy “cuca” y las pinturas hacen referencia a la Asunción de
la Virgen y la vida de Cristo. No se podían tomar fotos en el interior, claro.
La visita a Geroskipou fue el
“consuelo” de no poder visitar los Troodos,
la zona montañosa del centro de la isla con DIEZ monasterios con pinturas
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Realmente, fue la gran frustración de
nuestra visita a Chipre. No hay realmente escursiones culturales a la zona. Lo
único que encontramos fueron excursiones más o menos tópicas, tomando como
centro Kykkos, que es el más importante desde el punto de vista religioso,
político (está enterrado el Arzobispo Makarios III, el primer presidente de
Chipre) o turístico, pero de nueva construcción, sin pinturas. La dispersión de
los monasterios más ricos en pinturas hacen del turismo individual la única
alternativa, y es una lástima. La conducción automovilística por la derecha en
Chipre, heredada de la ocupación británica, fue determinante en nuestro caso
para no alquilar un coche y realizar esta excursión. Es nuestra asignatura
pendiente.