Naturalmente recomendamos
los viajes a Chipre y a Jordania para todos los interesados en conocer nuevas e
interesantes culturas.
De todas formas,
queremos anotar algunas cuestiones finales, ya muy subjetivas, porque están
basadas en nuestra experiencia particular.
En primer lugar,
las cuestiones socio-políticas.
En Chipre, por lo
que hemos leído, visto y escuchado, la situación es muy complicada, y triste.
La intención de la población mayoritaria greco-chipriota de ENOSIS (la unión
con Grecia), la excesiva presencia de la Iglesia (ortodoxa), la Dictadura de
los Coroneles griegos, el régimen pseudo-democràtico-militar turco,
convergieron en un momento dado para “exagerar” las habituales “rencillas”
entre las dos comunidades, y precipitaron la invasión turca (con la excusa de
“defender” a los suyos) y la división de la isla. Después vinieron los
desplazamientos hacia un lado y hacia otro, la “repoblación” con turcos de
Anatolia de la zona turca,... el dolor. Recordamos el testimonio de una señora
greco-chipriota de unos 40-50 años a la puerta de la Mezquita de Famagusta: “He
venido a ver mi casa que abandoné cuando la partición”. Algunas de estas casas
“ocupadas” y otras completamente abandonadas a un lado y otro de la “frontera”.
¿No hay solución para una reunificación pacífica y de convivencia
enriquecedora?
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Pintada de ENOSIS, la unión de Chipre a Grecia |
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Banderas turcas en una casa de Nicosia |
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Banderas griegas en todas las iglesias de Chipre |
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Bandera gigante de la República Turca del Norte de Chipre en la montaña |
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Propaganda nacionalista turca en la carretera de Girne a Nicosia | | | | | |
Quizás Jordania
es el caso contrario. Un país con pocos recursos naturales (mayoritariamente,
desierto), en una de las zonas más conflictivas del mundo, un gobierno moderado
que ha “navegado” muchas veces en la indefinición quizá muy estudiada, ha
conseguido ser el país más desarrollado de la zona, con uno de los niveles
socio-económicos mejores del mundo árabe. La sociedad árabe es tradicionalmente
permisiva (las comunidades cristianas de Madaba, por ejemplo, lo atestiguan) pero en los últimos
años también ha ido abriendo su puerta (con todos los peros, pero abriéndolas) a los
sucesivos éxodos de palestinos (actualmente la mayoría de la población), de
iraquies y, últimamente, de sirios, huyendo de los conflictos en sus países
respectivos. ¿Un buen ejemplo?
Por encima de
todo esto, las sociedades de los dos países son mediterráneas, históricamente
acogedoras con los visitantes. Esa es la sensación general que hemos tenido
allí. Siempre hay “aprovechados”, en todos los sitios: la “clavada” en el Bar
Karavella, junto a la estación de autobuses de Pafos, por un café con leche; o
el sobrecoste de una botella de agua con gas en el chiringuito frente al
Monasterio, en Petra. Pero eso son anécdotas que también nos pasan aquí en
España, ¿no?
Preferimos
quedarnos con el buen recuerdo del joven azerí del Hotel de Famagusta, Athena y Andreas
en Nicosia, Koula, Kris y Thimoty en Pafos; los tenderos de la entrada de
Gerass que nos curaron el pie accidentado en Ajlún, el adolescente del autobús
de Wadi Rum a Ammán y, sobretodo, nuestro buen amigo Alí, claro, que nos
“cuidó” tan bien y nos acogió en su casa.
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Alí cura el pie herido con la ayuda de los tenderos en Gerass |
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