sábado, 1 de agosto de 2020

5. Ammán: la ciudad blanca del amigo Alí.



Ya hemos hecho referencia en la introducción a Alí, nuestro amigo iraquí en Ammán. Gracias a él a su hospitalidad y a su dinamismo juvenil, disfrutamos de la ciudad con la comodidad de ser guiados por alguien que la conoce bien.



 
Como en Pafos, la visita a Ammán ha tenido dos partes, de llegada y de salida de Jordania, con el paréntesis del traslado a Petra y al desierto de Wadi Rum.
El primer día fuimos de excursión al Castillo de Ajlun y las ruinas romanas de Jerash.
A la vuelta de Petra, dos días más, visitamos propiamente la ciudad de Ammán, el Museo Arqueológico, la Ciudadela y el Teatro Romano, e hicimos la excursión al sur, Madaba y el Mar Muerto.
Aljún fue el único castillo que pudimos visitar en nuestro viaje, y no es un castillo de los cruzados sino de defensa contra los cruzados. Su primera construcción se remonta al siglo XII, ampliado y destruido varias veces a lo largo de la historia. Está a 1250 metros sobre el nivel del mar y tiene una buena posición estratégica sobre el valle del Jordán y tres wadis que conducen a él. A nosotros nos sorprendió el paisaje de olivos que nos recordaba inexorablemente a los campos de Jaén, en Andalucía. Para los jordanos, el norte del país es una zona lluviosa y con un paisaje agrícola en comparación al sur desértico.






Puertas de entrada, pasillos y corredores, salones, despensas y mazmorras, torres y terrazas, y un pequeño museo con jarrones, mosaicos y granadas de mano medievales completan una interesante visita.
De vuelta, Jerash, claro, una de las maravillas imprescindibles de Jordania. Quizás son las ruinas mejor conservadas y más espectaculares de todo el mundo romano.
Se accede al yacimiento por el magnífico Arco de Adriano, de 13 m de altura. Tras él, avanzamos y a la izquierda dejamos el Hipódromo, hasta llegar a la Puerta Sur y, desde allí al Foro. Es una inmensa plaza ovalada rodeada por 56 columnas jónicas. Seguimos por el Cardus Máximus, dejando a la izquierda el Ágora, hasta llegar al Tetrápilo Sur una especie de “rotonda” romana para ordenar el tráfico intenso de la ciudad. Continuamos por el Cardus y vemos a la izquierda un monumental Ninfeo y el Propileo, la entrada a la zona de templos. 


Puerta de Adriano
 
Hipódromo

Puerta Sur

Foro



Cardus Maximus

Propileus

Ninfeo
Tetrápilo Sur

En esta zona, ya de vuelta, de norte a sur, el “pequeño” Teatro Norte, con capacidad para 2000 personas; el maravilloso Templo de Artemisa revestido de mármol con 12 (11 aún en pie) columnas corintias; restos de iglesias, sinagogas y casas posteriores; al final del recorrido llegamos al Templo de Zeus con columnas de 15 m de alto, y el Teatro Sur, con una capacidad para 5000 espectadores. 


Teatro Norte

Templo de Artemisa

Teatro Sur

Escena del Teatro Sur

Templo de Zeus
 La visita a Ammán la empezamos por el Museo Arqueológico, un moderno edificio con todas las técnicas expositivas actuales. Es un repaso a todas las épocas pre-históricas e históricas del país con algunas muestras destacables: los maniquíes de yeso de Aín Ghazal, de 9.500 años de antigüedad, posiblemente las mas antiguas esculturas humanas que se conocen. Hay también una buena cantidad de restos y esculturas de la época romana, pero la otra “joya” del museo son la parte jordana de los Manuscritos del Mar Muerto.

Maniquíes de Aín Ghazal



Letrero a la entrada del departamento de los Manuscritos del Mar Muerto
Cuando visitamos el Museo, en la parte superior había una exposición temporal sobre la Historia de la Ciencia. Maravillosa. Con un enfoque didáctico los científicos y sabios de todo el mundo musulmán nos explicaban, interactuando con los visitantes, sus descubrimientos e inventos. Particularmente nos sorprendió la abundante presencia de personales de Al Andalús, de nuestra propia historia, y también la de muchas sabias y científicas, mujeres con su contribución a la Ciencia.


 

La siguiente parada fue la Ciudadela, en la colina más alta de la ciudad, con magníficas vistas a las abigarradas y blancas laderas de la extensa Ammán (Alí nos habló de las ordenanzas municipales de la construcción para preservar esa “blancura” luminosa de las viviendas). En la Ciudadela destacan los restos del Templo de Hércules con dos gigantescas columnas como emblema y del Palacio Omeya, con un bien conservada y restaurada (la cúpula, por arqueológos españoles) Sala de Audiencias en un extremo.

Vista de la "ciudad blanca" de Ammán
Templo de Hércules

Sala de Audiencias del Palacio de los Omeya


La “joya” monumental de Ammán es el Teatro Romano. En pleno centro de la ciudad, bullicioso y mercantil, el espacio del Teatro nos pareció abierto a los ciudadanos jordanos que, en familia o en grupos amicales, lo disfrutan hasta la puesta de sol como un lugar de recreo. El Teatro, al estilo griego en la ladera de la colina, tiene una capacidad para 6000 personas. Probablemente data del siglo II d.C y, aunque la reconstrucción de finales del s. XX no es muy ortodoxa, el resultado es espectacular.





El último día de estancia en Ammán, volvimos a salir fuera, de excursión, a Madaba y el Mar Muerto.
Con Alí al volante y con Courtney, una joven australiana que Alí también unió a nuestro recorrido, llegamos a Madaba, una ciudad “diferente” en Jordania porque tiene una importante comunidad cristiana. El ambiente de la ciudad es muy agradable, al menos la zona por la que circulamos, con calles anchas y muchos comercios, restaurantes y servicios, con un aspecto mucho mas occidental.
Nos dirigimos directamente a la Iglesia de San Jorge que es un pequeño edificio del s. XIX, con un jardín delantero y zona de acogida a los turistas, con tienda de recuerdos incluida. La “joya” de esta iglesia es, claro, el mosaico frente al altar mayor, con el mapa más antigo de Palestina que se conoce. Es del año 560 y describe los principales lugares bíblicos desde Egipto a Palestina, con muchos detalles (peces en el río Jordan, vegetación, casas y edificios de las ciudades) preciosos.




 Desde allí llegamos al Monte Nebo (donde según la tradición Moisés divisó la Tierra Prometida) pero no paramos allí. A partir de ahí, el descenso vertiginoso a la depresión del Mar Muerto, rodeado por laderas desérticas y recodos donde los nómadas han establecido sus campamentos.
Cuando se llega al Mar Muerto se hace por la estrecha franja del Valle del Jordán que pertenece a Jordania. Viendo su vegetación y sus regadíos entiendes las disputas políticas (expansionistas) del estado de Israel. Alí nos contrató la estancia en el balneario de Ammán Beach, con la playa, piscinas, duchas y vestuarios, y comida por un precio muy ajustado. No era lujoso, pero nosotros tampoco lo queríamos, sino un sitio agradable, con familias Jordanas pasando el día, autobuses de turistas que paraban en el restaurante, donde pasamos el día más relajado de todo nuestro viaje. La playa, con duchas también, es una zona donde es fácil encontrar los barros con propiedades dermatológicas y, finalmente, “disfrutar” del agua salada y la flotabilidad que nos puede jugar alguna mala pasada si perdemos el equilibrio (!).